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Un estudio revela cómo se dispara la ansiedad entre los jóvenes cuando dejan de usar el teléfono

Cerca de un centenar de estudiantes participan en Málaga en un experimento pionero que trata de hacer consciente a los adolescentes de las consecuencias del uso abusivo del dispositivo y formarles para acceder a fuentes fiables.



¿Qué cree que sentiría si le restringen el uso el teléfono móvil durante una semana? Un grupo de 97 jóvenes han tenido la oportunidad de saberlo y detectar la influencia real que el dispositivo ejerce sobre ellos. El resultado general es que la desconexión impacta de forma clara en su salud mental causándoles ansiedad, inseguridad e incluso dependencia, según un estudio pionero en el que participaron entre los pasados meses de mayo y julio voluntarios de entre 15 y 24 años que estudian en la Universidad de Málaga y el colegio Platero de la capital.


Durante la primera semana podían hacer uso de la forma habitual, durante la segunda tenían que desconectar el dispositivo y, en la última semana, recuperaban el uso normal del mismo. En esos 21 días debían recoger las impresiones por escrito y además someterse a un cuestionario, según una nota remitida por el grupo de investigación, con los profesores de Periodismo Pedro Farias, al frente, y codirigido por Bernardo Gómez. Las sensaciones que experimentaron las describen como de "incomodidad, ansiedad, inseguridad e incluso dependencia" aunque para algunos supuso una cierta liberación prescindir del dispositivo.


De las conclusiones se extrae que los estudiantes dedican cinco horas diarias a usar el teléfono y están especialmente volcados en las redes sociales, a las que dedican cuatro de horas. WhatsApp es la aplicación que les 'roba' la mayoría de su tiempo, seguida por Instagram y TikTok. Esta última es el canal preferido por los jóvenes para informarse. Éste es otro de los aspectos fundamentales que abordaba la investigación, estudiar la credibilidad de las noticias que reciben por las redes sociales de ahí la necesidad de conocer su comportamiento ante el uso permanente del dispositivo.


Cuando recuperaron sus teléfonos la mayoría volvió al nivel de consumo habitual, cinco horas, a pesar de que el experimento sí les hizo darse cuenta del "enganche" que sufrían y "de que toda su vida está ligada a su dispositivo": "Tenía necesidad de tener el móvil cerca; tenía ansiedad si estaba lejos; me tranquilizaba solo con tenerlo cerca", "he tenido más ansiedad que cuando intento dejar de fumar", "ver a todo el mundo con el móvil en el transporte público me creaba necesidad de usarlo".


Alejarse del teléfono móvil ha tenido, además, una repercusión positiva en el ámbito familiar para los jóvenes. Desconectar para conectar con los más cercanos. "El aislamiento era hasta entonces moneda común", aunque los comportamientos empezaron a cambiar tras esta experiencia que a muchos de ellos les ha marcado, subrayan los expertos que han realizado el estudio en un comunicado. "Cuando estoy en mi casa, después de cenar, me voy a mi cuarto a ver TikTok y al no tener móvil he hecho más vida en familia", dijeron. Otro comentó: "He visto una serie con mis padres sin distracción: lo he disfrutado". Y aquí se reflejó el cambio en la relación con sus padres: "Discutimos mucho por el uso del móvil y esta semana apenas hemos discutido: ha sido un alivio".


También han sido relevantes los comentarios acerca del impacto de estar sin el móvil en los estudios. ¿Es un elemento útil o estorba? "Me ayudó un montón el estar sin móvil; hice todos los trabajos en menos tiempo", destacó uno de los jóvenes. La lectura también se fomenta si no se utiliza el dispositivo: "He conseguido leerme un libro completo. Hace seis años que no leía un libro por placer". ¿Y la relación con los compañeros?: "El no tener móvil me ha perjudicado mucho, sobre todo en los trabajos en grupo. No poder comunicarme con mis compañeros me agobiaba".


Pese a las sensaciones anteriores descritas, cuando se les cuestionó a los jóvenes si ahora serían capaces de vivir sin su móvil, una amplia mayoría respondió que no podrían, pero que si tuvieran que hacer frente a ese desafío, ahora se sentían más preparados que antes. Además, la vivencia les hizo conscientes de que debían racionar el tiempo que pasan expuestos a las redes sociales.


El experimento perseguía como uno de los objetivos prioritarios impulsar un consumo racional del móvil entre los jóvenes haciendo conscientes a los adolescentes del uso que le dan a su teléfono móvil así como la "alfabetización mediática" del alumnado, a través de procesos de formación en el uso adecuado de los móviles y de sus potencialidades.


La investigación, por su parte, prevé finalizarse a finales de 2023, y en ella participan, además de la UMA, la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Miguel Hernández de Elche y varios socios internacionales como la Universidad de Viena y la Universidad de Beira Interior (Portugal).

Fuente / www.elmundo.es

 
 
 

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