
Las cardiopatías congénitas, lesiones anatómicas de una o más de las cuatro cámaras cardíacas, de los tabiques que las separan o de las válvulas o tractos de salida de origen congénito, son una condición con la que se nace. La medicina internacional no ha llegado a un consenso sobre su causa y quienes las padecen pueden tener buenos pronósticos, convirtiéndose en una enfermedad crónica de tratamiento permanente incluso en la vida adulta, o pronóstico reservado y necesitar una serie de cirugías e incluso trasplantes.
Según información del Ministerio de Salud, son la segunda causa de muerte en niños menores de un año. La más frecuente es la Comunicación Interventricular, un defecto cardíaco ocasionado por una conexión anormal entre las cavidades inferiores del corazón o ventrílocuos.
En Chile, cada año nacen cerca de 2400 niños con cardiopatía congénita, de los cuales dos tercios deber ser operados, algunos incluso al poco tiempo de haber nacido. Además, muchas cardiopatías traen consigo problemas para otros órganos, por lo que estos niños deben estar constantemente bajo un cuidado adicional.
Pilar Valdivieso, presidenta de la Fundación Corazón con Amor, dedicada al apoyo de guía de las familias cuidadoras de niños cardiópatas, es mamá de cuatro hijos, entre ellos Elena de 2 años y 8 meses, que tiene una cardiopatía diagnosticada a los 6 meses de gestación y que además afecta a uno de sus pulmones. Por su condición, es población de riesgo ante el coronavirus por lo que han extremado los cuidados para evitar que se contagie. De hecho, su familia tomó la decisión de hacer cuarentena antes de que esta fuera oficializada por el Ministerio de Salud. “En las primeras semanas mi marido pensó que tenía coronavirus y se tuvo que aislar. En una casa normal, si alguien tiene el virus los demás deben intentar cuidarse y hacer cuarentena asumiendo que se pueden enfermar, pero acá no podemos arriesgarnos a que Elena se enferme”, dice.
Pero además de los cuidados extra, Pilar se ha enfrentado a otro problema durante la pandemia: “No hay medicamentos. El otro día un doctor me llamó para saber si a través de la fundación podíamos conseguir remedios que una familia no encontraba, porque en las grandes farmacias simplemente no hay”. Y explica que la clave es moverse y buscar otras alternativas. Así fue como llegó a Biofórmula, una farmacia en Providencia en la que además de hacer los remedios que el cliente necesita, se los mandan a domicilio.
Otro cuidado extra que deben tener los padres de niños con cardiopatías congénitas es queno se pueden caer, pues la mayoría debe tomar anticoagulantes, lo que complica cualquier herida, especialmente cuando una de las claves para no contagiarse es no ir a urgencias. Y la Unidad de Cardiopatías Congénitas de España (UCC), coincide. “A pesar de que no hay estudios específicos sobre la población de cardiópatas congénitas, los pacientes con cardiopatía congénita no corregida o con afectación hemodinámica tienen, probablemente, más riesgo de tener una evolución de mal pronóstico si se infectan con el coronavirus, que la población general”.
Sobre los cuidados que deben tener, cuenta que desde el equipo médico que lo evalúa no le han dado instrucciones puntuales, pese a que las personas cardiópatas son parte del grupo de riesgo. “Lo que sí, tenemos claro quesi tiene fiebre tenemos que llevarlo a urgencias de inmediato, donde tenemos que decir que es cardiópata y ahí tienen otros cuidados”, agrega: “Si se contagia sí o sí lo van a hospitalizar porque hay que monitorearlo”.
Fuente; LT (La Tercera)
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